¿Sabías que existen diferentes tipos de bombillos y que cada uno tiene un impacto distinto en el consumo eléctrico de tu hogar? En este artículo te explicaremos las características principales de los bombillos incandescentes, halógenos, fluorescentes y LED, y cómo puedes ahorrar energía eligiendo el más adecuado para cada espacio.

Los bombillos incandescentes son los más antiguos y los que más energía consumen. Funcionan al calentar un filamento de metal hasta que emite luz. Tienen una vida útil corta, de unas 1000 horas, y generan mucho calor. Su ventaja es que son baratos y producen una luz cálida y agradable.

Los bombillos halógenos son una versión mejorada de los incandescentes. Tienen un filamento de tungsteno dentro de un bulbo de vidrio con gas halógeno. Son más eficientes que los incandescentes, pero también consumen mucha energía y se calientan mucho. Su vida útil es de unas 2000 horas y su luz es blanca y brillante.

Los bombillos fluorescentes son los que se usan comúnmente en las oficinas o los comercios. Tienen un tubo de vidrio con gas de mercurio y una capa de fósforo que se ilumina al recibir una corriente eléctrica. Consumen menos energía que los incandescentes y los halógenos, pero tienen algunos inconvenientes: tardan en encenderse, pueden parpadear, contienen mercurio (un metal tóxico) y su luz es fría y poco acogedora.

Los bombillos LED son los más modernos y los más eficientes. Funcionan con diodos emisores de luz que se activan al recibir una corriente eléctrica. Consumen muy poca energía, no se calientan, no contienen mercurio y tienen una vida útil muy larga, de unas 50.000 horas. Además, su luz es regulable y se puede elegir entre diferentes tonos y colores.

Como puedes ver, cada tipo de bombillo tiene sus ventajas e inconvenientes, pero si quieres ahorrar energía y dinero en tu factura eléctrica, te recomendamos que optes por los bombillos LED. Aunque son más caros que los demás, a la larga te saldrán más rentables y contribuirás a cuidar el medio ambiente.